Este es otro extracto del libro "El alma de Eidrien". Es el capítulo llamado "El primer milagro". En él escribo que cualquier persona puede hacer su agua bendita y no necesariamente los sacerdotes de las distintas ramas de la religión cristiana. Esto me lo enseñó mi guía o el que yo llamo mi coach espiritual. Ambos somos cristianos católicos. Aparte también un profesor de un curso de Radiestesia nos enseñó en una clase lo mismo pero con un método diferente al que escribo acá. Así que si deseas hacer tu propia agua bendita lee este artículo y tal cual como lo dice Eidrien lo puedes hacer. Y cuando hagas este pequeño ritual ponle toda tu concentración, intención y fe.
Acá el extracto del libro:
Eran las ocho de la mañana. Sonaba el despertador de Eidrien. El día anterior había quedado con Thomas en ir a su antigua casa para estar con sus amigos: Alex y Jenny. No había vuelto desde que su madre falleció. Salió de su cuarto y fue al cuarto de Thomas y Runi, pero ellos no estaban. Caminó hacia la cocina y allí estaban haciendo juntos el desayuno.
- Buenos días Thomas, buenos días Runi.
- Hola Eidrien – respondió Runi.
- ¿Estás listo para ir a tu casa de nuevo? – preguntó Thomas.
- Sí, pero más que todo es para reunirme con mis amigos. Los extraño.
- ¿Amigos? No me habías dicho eso ayer.
- Bueno, pero sí, para eso es. Siempre hacemos una misa los domingos allí.
- ¿En tu casa? – decía Thomas con su cara de extrañeza y viendo a Runi que también estaba con una cara desconcertada.
- No. En otra casa. Ya verás.
- Hola Thomas, hola Runi – aparecía Valeria en la cocina.
- Hola hermanita.
- Hola hermanito.
- Hola Valeria – decían a su vez Thomas y Runi.
Tomaron desayuno todos juntos, terminaron y luego enrumbaron hacía la antigua casa de Valeria y Eidrien en el carro de Thomas.
- Eidrien me intriga ¿qué traes en esa mochila verde? – preguntaba Runi mientras volteaba a ver a los niños que estaban sentados en la parte de atrás del carro.
- Son sus implementos para hacer su misa – se adelantaba Valeria.
- Sí, allí tengo mi estatuita de Jesús, mi cáliz, un poco de agua bendita, un pedazo de pan que cogí de la cocina y una Biblia.
Runi miró a Thomas, este le devolvió la mirada y los dos tenían su rostro confundido.
- ¿De dónde sacaste el agua bendita? – preguntó Thomas.
- Él mismo la hace – respondía Valeria.
- ¿Tú mismo lo haces? – preguntaba Runi cada vez más confundida.
- Sí.
- ¿Y quién te enseño eso?
- Lo mismo le preguntaba mi mamá – decía Valeria – y respondía que no se acordaba, pero que así se hace.
- ¿Sabes que eso te lo tiene que dar un sacerdote?
- También lo mismo le decía mi mamá. Eidrien mejor tú cuéntales la historia.
- Una vez fui a la iglesia que queda cerca a la casa donde vivíamos para llenar mi botella con agua bendita, pero el sacerdote no me la quiso llenar. Es más me trató un poco mal. Así que yo recordé que sí sabía cómo hacerla.
- ¿Y cómo que tú ya sabías hacerla?
- No lo sé. Solo que lo recordaba.
Thomas pensó que de repente eso lo traía de alguna vida pasada. “Podría ser” pensaba Thomas.
- ¿Y cómo la hiciste Eidrien?
- Es fácil - respondía Eidrien mientras miraba por su ventana el camino hacia su antigua casa -. Echo un poco de sal en la botella, la lleno de agua, tapo la botella y la muevo hasta que la sal se deshaga.
- ¿Eso no más?
- No por supuesto que no. De allí tengo que bendecirla – Thomas movía la cabeza entre asombrado y pensando si el niño estaba haciendo bien -. ¿Qué haces para bendecirla?
- La cojo con las dos manos y digo un Padre Nuestro, luego un Ave María y digo: “En el nombre de Dios bendice esta agua para procesos de la Divinidad, de limpieza, de sanación y curación de enfermedades tanto de personas y animalitos y también para la limpieza y purificación de ambientes”. Y luego en la botella digo “Jesús, María y José” haciéndole la señal de la cruz tres veces.
- ¿Sabías que el agua bendita solo puede ser hecha por alguien de la Iglesia? No puedes hacerla tú Eidrien.
- ¿Por qué no? – preguntaba Eidrien con esa expresión de querer saber, expresión que tienen los niños cuando preguntan el por qué de las cosas.
Thomas demoró en darle una respuesta a Eidrien y este tomó de nuevo la palabra.
- El sacerdote me trató mal y no sé si es así con todos los niños, pero si así lo fuera y él hiciera el agua bendita pues no creo que sea una buena agua. Por eso recordé que yo sabía hacerla y la hice. Yo me porto bien y no trato mal a la gente. Entonces creo que si Dios tuviera que escoger entre mi agua bendita y la del sacerdote malo pues creo que escogería la mía.
Thomas pensó esto y en parte tenía razón, pero no del todo. Sabía que en la Iglesia Católica y en otros templos de otras religiones había como en toda familia miembros que no se portaban del todo bien. Thomas dejó pasar esto, al final era un niño.
- Pero sabes algo anecdótico Thomas. Un día Eidrien sanó con su agua bendita a un animalito.
- ¿Cómo así? – preguntó Runi.
- Sabíamos que un perrito de un vecino estaba mal. Creo que lo habían envenenado. Yo pasaba con Eidrien por allí cerca a nuestra antigua casa y vimos lo que pasaba. Eidrien salió corriendo a nuestra casa y sacó su agua bendita. Destapó la botella y puso un poco en su mano e hizo que el perrito lama su mano. Y Eidrien le decía al perrito: “sánate perrito, sánate perrito”. Y sorprendentemente se sanó. El perrito se recuperó, empezó a mover la cola y salió corriendo como si nada hubiese pasado. Los señores que estaban alrededor decían “es un milagro”. Y además recuerdo que el perrito regresó y se sentó sobre sus dos patas traseras, miró a Eidrien, giró su cabeza y luego se fue.
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